Una Introducción al Desarrollo Histórico de “La Iglesia Autóctona.”
- Francisco Osorio
- 12 mar 2018
- 22 Min. de lectura
Actualizado: 14 ago 2018
LA META DE LAS MISIONES: UNA IGLESIA SEGÚN EL MODELO DEL NUEVO TESTAMENTO.

Gracias por leer el contenido del presente material de estudio y análisis sobre La Iglesia Autóctona. La palabra "Autóctono", de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, es un adjetivo el cuál se dice de los pueblos o agentes originarios del mismo país en que viven. Significa que ha nacido o se ha originado en el mismo lugar donde se encuentra.
La meta, a donde se pretende llegar con el desarrollo del trabajo misionero, es el establecimiento de iglesias nuevas con miembros y liderazgo autóctono.
LA META DE LAS MISIONES: UNA IGLESIA SEGÚN EL MODELO DEL NUEVO TESTAMENTO
Comenzamos nuestro estudio declarando que es imprescindible tener conciencia de una meta adecuada y apropiada en todos los aspectos de nuestra vida; en relación a misiones no es la excepción. Si nuestra meta no está definida con claridad podríamos equivocarnos en escoger los métodos empleados y no distinguir el verdadero fruto de nuestras labores.
Debiéramos, como gente dedicada a la tarea misionera, definir nuestro objetivo de la siguiente forma: "Deseamos establecer en el país donde llevamos a cabo nuestra tarea una iglesia que siga el modelo del Nuevo Testamento". Además, creemos que para tener una iglesia de tal naturaleza debemos seguir los métodos contenidos en el Nuevo Testamento.
Es importante considerar también que aunque la evangelización es importante, el objetivo de la misma es la formación de un pueblo apartado para el Señor Jesús. La iglesia en sí misma es el agente de Dios para la evangelización.
¿Proporciona la Biblia un “patrón o modelo” de la Iglesia para el Nuevo Testamento?
Este artículo que aborda el tema de la suficiencia de la Escritura, presenta textos de la Biblia que muestran que ciertamente los apóstoles establecieron un patrón o modelo para la iglesia en todos los tiempos. Cuando hablamos de la "Suficiencia de la Escritura", nos referimos a que la Palabra de Dios provee todo lo que necesitamos saber para ser salvos, para ser santificados, para adorar, y para organizar y operar la iglesia de Dios (2 Timoteo 3:16-17).
Históricamente, los bautistas, los independientes, y los Hermanos de otras denominaciones, siempre han estado especialmente interesados en tener en cuenta la última parte de esta definición, creyendo que en el Nuevo Testamento hay una iglesia “patrón o modelo”, y esto a razón de que los apóstoles dejaron deliberadamente, por inspiración divina claro está, un modelo autoritario para las iglesias hasta el final de los tiempos.
Es cierto que la “iglesia patrón o modelo” del Nuevo Testamento nunca ha sido popular entre las denominaciones que reflejan los principios de la etapa temprana de la Reforma, como los luteranos y los anglicanos, que heredan sus sistemas administrativos y litúrgicos (doctrinalmente limpiados) de la Iglesia de Roma. Ellos adoptaron la idea que los cristianos pueden desarrollar por sí mismos la organización de la iglesia y los métodos y la forma de la adoración, limitando de esta manera la suficiencia de las Escrituras para salvación y santificación. (Los evangélicos anglicanos todavía mantienen este punto de vista.)
Sin embargo la mayoría de los evangélicos, hasta hace poco, creían firmemente que tenían el deber de tratar de identificar y obedecer las directrices del Nuevo Testamento en lo que respecta a la iglesia. Pero los tiempos cambian y ahora escuchamos las voces de aquellos que pretenden “saber más” que el Señor y que abandonan la suficiencia de la Escritura y su autoridad en lo tocante a los asuntos de la iglesia.
Nos dicen que debemos “hacer iglesia” (así le llaman ellos) de manera diferente y que debemos reorganizar todo para satisfacer la cultura del mundo. La “rueda” de la iglesia ha de ser reinventada. No hay, insisten ellos, un patrón establecido en la Biblia para la iglesia. Dicha declaración y forma de pensar es totalmente errada.
El Salvador dijo: “La Escritura no puede ser quebrantada”, pero los autodenominados “reformadores” de hoy en día piensan que la iglesia tradicional del Nuevo Testamento está vencida, convirtiéndose así en no apta para la presente generación. Están a favor de las innovaciones que traen las prácticas del mundo a la Iglesia de muchas maneras. Como siervos de Dios serios en nuestro trabajo para Él, debemos tomar en cuenta la Cultura de cada sociedad donde se desea plantar nuevas iglesias locales, pero tomando en cuenta que la Palabra de Dios es Supracultural, es decir que está por encima de cualquier cultura, pero también es Intracultural, es decir que es para ser introducida en cualquier cultura. Al mismo tiempo deben tomarse en cuenta los patrones establecidos en la Biblia en lo tocante a la iglesia y a la formación de la misma.
Las Confesiones de Fe, Defienden el Patrón Bíblico
Hemos quizás oído decir que las Confesiones de Fe de Westminster y la Bautista se alejan del concepto del modelo bíblico de la iglesia, porque dicen (Apartado 1.6) – “y que hay algunas circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la Iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que han de determinarse conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, según las normas generales de la Palabra, que han de guardarse siempre".
Ambas Confesiones, sin embargo, continúan sosteniendo en sus capítulos posteriores firmemente las directrices del Nuevo Testamento acerca de la adoración, del Día del Señor, de la estructura de la iglesia, de sus miembros, de sus oficiales con sus calificaciones, de la importancia de la predicación, de la disciplina de la iglesia, y de las ordenanzas.
Además es obvio, partiendo de las enseñanzas de los pastores e iglesias en los tiempos de estas Confesiones de Fe, que ellos creían sin vacilación alguna que el Nuevo Testamento ciertamente establece las reglas generales para la vida y el funcionamiento de la iglesia, y que éstas normativas eran cruciales. Los asuntos que debían ser “ordenados por la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana” hacen referencia a cuestiones prácticas, tales como el manejo de los fondos por decir un ejemplo.
Una teología sistemática evangélica recientemente publicada define la suficiencia de las Escrituras de la manera más inadecuada y anémica posible: “La Escritura… contiene todas las palabras de Dios que necesitamos para la salvación, para confiar en él perfectamente, y para obedecerle perfectamente.” Pero ésta no es una definición adecuada de la Escritura pues, vista así como fue redactada dicha definición, suprime cualquier guía práctica sobre el alcance de su autoridad, además evitando toda referencia al ordenamiento de la iglesia. Tal definición acomoda sin reparo alguno las ideas modernas del alejamiento del compromiso práctico a la Palabra de Dios.
1 . Una Iglesia representante es mostrada
Esta es la primera de una serie de mandatos famosos y fundamentales dados a través del apóstol Pablo, quien dice, que su política de orden y práctica para la iglesia es un modelo inspirado a ser implementado:
Por tanto, os ruego que me imitéis” (1 Corintios 4:16)
Sólo en caso de que pensemos que el apóstol sólo está pidiendo que imitemos su conducta piadosa, el prosigue en el versículo 17, diciendo:
Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias.”
El ejemplo de Pablo en Hechos, y las directrices en sus epístolas, nos muestran cómo es que debemos hacer las cosas, la forma en la que debemos comportarnos, nuestros métodos, nuestra adoración, la forma de gobierno, el nombramiento de ancianos y diáconos en la iglesia, y cualquier otro asunto importante están allí estipulados. Escribiendo bajo inspiración Divina, el apóstol se establece a sí mismo para ser imitado en los asuntos de la iglesia. La palabra “imitador” viene directamente del griego que se traduce “Sed imitadores de mí “. Deberíamos imitar al apóstol.
Efectivamente Pablo nos dice que Dios le ha designado para establecer tal “patrón o modelo”, por lo que todos sus actos registrados al respecto, proporcionarían el modelo para la vida de la iglesia y su actividad a lo largo de los siglos.
Notemos que Pablo no afirma esto en un solo pasaje, sino en cuatro. Hay definitivamente en la Biblia normas y estándares para la iglesia y humildemente debemos buscarlos y aplicarlos.
2 . Prácticas Dadas por Pablo
Si observamos 1 Corintios 11:1-2, allí también se utiliza la misma palabra:
"Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué".
Las “instrucciones” significan (en el griego) las cosas que nos han transmitido, o entregados a nosotros – Tradiciones y Doctrinas. Esta palabra se refiere aquí a algo más de las dos ordenanzas de Cristo (el bautismo y la Cena del Señor.) Una vez más podemos apreciar que si existe un patrón o modelo bíblico para la iglesia y que éste debe dirigir nuestros pasos.
3 . Una plantilla o molde proporcionado
El tercer texto acerca de cómo Pablo proporciona un modelo, lo hallamos en Filipenses 3:17
"Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros".
La palabra ejemplo se refiere a un molde o sello a partir del cual se haría una copia exacta del mismo. En otras palabras, los métodos del apóstol Pablo y su forma de hacer las cosas eran tan específicos que se asemejaban a los moldes utilizados para hacer herramientas.
La versión Nueva Versión Americana de la Biblia (NASB) traduce el versículo de una manera bastante interesante: “Hermanos, sed imitadores de mi ejemplo, y observad a aquellos quienes se conducen acorde con el modelo que ustedes tienen en nosotros”.
Podemos deducir entonces que la organización y el funcionamiento de una iglesia, según Pablo, es un plan preciso para ser seguido por el pueblo de Dios en todas las épocas.
4 . Un Ejemplo Observado
En Filipenses 4:9 Pablo habla de nuevo de la autoridad especial de sus actos, y la forma en que constituían una norma. Escribe: “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros”.
Estas palabras siguen a los seis “todo lo que sea” (v8) que deben ocupar los pensamientos y propósitos de los creyentes en su estilo de vida y servicio para el Señor. Todo lo que ellos vieron hacer a Pablo debía ser reproducido para asegurar instrumentalidad en el Evangelio, el apóstol se refiere al “Dios de paz”, o el Dios que reconcilia a los pecadores consigo mismo.
Pablo, por supuesto, no era libre de pecado ni de errores. Él no era divino. Pero está claro que el Espíritu Santo ha preservado en el registro de la Escritura sólo los actos y las ordenanzas del apóstol que proporcionan un patrón perfecto para nosotros. Nosotros no tememos la libertad, por ejemplo, para debatir con altanería si fue Pablo quien se equivocó o si fue Bernabé, en lo que respecta al desacuerdo que tuvieron sobre Juan Marcos. Pablo es quien ha de ser imitado por nosotros, y debemos aprender de su posición en el asunto.
5 . Instrucciones Para El “Hombre de Dios”
Las conocidas palabras de 2 de Timoteo 3:16-17 también afirman el principio de la suficiencia de la Palabra para la conducta de la iglesia.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Toda la Escritura es inspirada por Dios , y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, que el hombre de Dios sea perfecto , enteramente preparado para toda buena obra”.
La Palabra de Dios ha proporcionado un esquema que es preciso, perfecto y siempre-suficiente Como Modelo Para La Obra Del Ministerio.
Debemos tener en cuenta que el “hombre de Dios” se menciona de manera particular. Aunque las palabras se aplican igualmente a todos los creyentes, el hecho de que se apliquen a un pastor, y que se refieran a todas sus buenas obras, demuestra que la administración de la iglesia está incluida allí también. Timoteo está perfectamente equipado con la Palabra de Dios para la plantación de iglesias y para todo el servicio pastoral. La Palabra de Dios ha proporcionado un esquema y modelo todo-suficiente para la obra del ministerio, y este modelo tiene que ser honrado y aplicado.
A Timoteo se le había dicho previamente (1 Timoteo 3:14-15) cómo conducirse en la casa de Dios. Evidentemente, esto se refiere a la organización de la iglesia, ya que todo el pasaje se refiere al nombramiento de los ancianos y diáconos. Timoteo no debe pensar en rediseñar el plan que se le ha dado, y tampoco debemos hacerlo nosotros. Este plan no fue diseñado por el hombre sino por Dios y como tal, es perfecto, totalmente eficiente y glorifica a Dios.
¿Quienes niegan el modelo o patrón de la iglesia en la actualidad?
El auto-denominado movimiento de la “iglesia emergente” deja a un lado el patrón del Nuevo Testamento, de la misma manera como lo hacen otros grupos a quienes no les gusta que se les llame “emergentes” sino “misionales”. Son prácticamente la misma cosa. Ellos creen que las iglesias deben adaptarse a las necesidades rebeldes de la cultura moderna, acercándose al mundo aún más de lo que se acerca las iglesias “buscadoras de sensaciones” de los últimos años. Pero hay sabiduría y autoridad en el modelo bíblico divino, y este es todo-suficiente y válido en todos los tiempos. Una vez más es necesario recordar que el mensaje de la Palabra de Dios es Supracultural e intracultural. La Iglesia no debe adaptarse a las necesidades rebeldes de las diferentes culturas, sino más bien debe impactar y saber interactuar en dichas culturas, de tal modo que la gente vea que el mensaje de Dios es dado para ellos. Es preciso recordar que el creador de las culturas es Dios, Él las creo.
Órdenes Directas Para La Iglesia
Las instrucciones para la Iglesia se presentan en la Biblia de varias maneras. Existen muchas órdenes que nos dicen cómo deben hacerse las cosas y para la muestra, tenemos las muchas instrucciones registradas en las epístolas pastorales.
1 Corintios 16:1-2 es un ejemplo de una de las prácticas de que la iglesia debe obedecer. “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”. Éste es un mandato apostólico que pasó a todas las iglesias y que éstas debían cumplir. Ellos claramente adoraban de una manera especial en el día del Señor, y recogían en él las ofrendas.
Otro ejemplo de una orden directa la hallamos en Tito 1:5. Aquí Pablo es visto ejercitando su autoridad inspirada con el fin de establecer un modelo para las iglesias, diciendo a Tito: “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé”.
El sistema de gobierno por consentimiento, es también un ejemplo del modelo del Nuevo Testamento, que se expresa por medio de órdenes directas. (Este asunto es calladamente evitado por los anglicanos y por muchos carismáticos y pentecostales).
Ejemplos de Principios que Deben Aplicarse
Luego tenemos los principios que tenemos que aplicar, como las palabras del Señor en Juan 4:23, “verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad”, lo que significa que en la era de la iglesia del Nuevo Testamento, no habría ningún simbolismo en el culto (aparte de la propias ordenanzas del Señor acerca del bautismo y de la Cena del Señor). En consecuencia, la lección general sobre la adoración al señor en espíritu y en verdad, es que no debe limitarse a una única ubicación geográfica ni necesariamente debe ser regulada por las disposiciones transitorias de la ley del Antiguo Testamento. Con la venida de Cristo, la separación entre judíos y gentiles ya no era pertinente, ni tampoco lo era la centralidad del templo en la adoración. Con la venida de Cristo, todos los hijos de Dios adquirieron igual acceso a Dios a través de él. La adoración se convirtió en un asunto del corazón, no de las acciones exteriores, y dirigida por la verdad y no por una ceremonia.
Tampoco los pastores deben ser ricos y cubiertos con los bienes terrenales de este mundo, como los pastores de mega-iglesias. Cristo dijo: “El siervo no es mayor que su señor”. El ministro de Dios debería vivir en relación a la media de como viven las personas de la sociedad que se pretende alcanzar y ministrar con el evangelio, no más ni menos.
La Iglesia Autóctona: Presentación de La Estrategia de Misiones Para los Próximos 100 Años
Las Asambleas de Dios entran en una nueva era de servicio mundial de misiones, que tendrá una apariencia y un sentir muy diferente a la del mundo de 1914. ¿Qué lecciones valiosas puede aprender las AD basándose en el conocimiento misionológico que hemos adquirido durante nuestra historia?
Hace más de cien años, las Asambleas de Dios fundamentó su propósito en el cumplimiento de la Gran Comisión. La declaración citada a menudo, desde el Concilio General, se mantiene plenamente vigente: "Nos comprometemos personalmente, y como movimiento delante de Dios, para llevar a cabo la obra de evangelismo más grande que el mundo haya visto jamás".
Esta declaración de propósito refleja más que la exuberancia optimista de un pequeño grupo de predicadores pentecostales. Simbolizó su vocación colectiva para llevar el evangelio a los confines de la tierra, y atreverse a creer en la promesa de Jesús de investirles, por el poder del Espíritu, para cumplir con la tarea (Hechos 1:8).
Avanzando en esta visión, el Tercer Concilio General adoptó una declaración formal en 1915, instando al movimiento a "ejercer todas sus facultades" para la promoción de la evangelización de los perdidos, según los métodos del Nuevo Testamento. Para reforzar este compromiso, el Concilio de 1921 declaró que buscaría “establecer iglesias autóctonas que se sostuvieran a sí mismas, se propagaran a sí mismas y fueran autónomas”.
Esta declaración define el método estratégico por el que Las Asambleas de Dios cumpliría su misión de evangelización.
De un incipiente grupo de 300 personas en 1914, Las Asambleas de Dios ha crecido a más de 67,5 millones de miembros y más de 350000 iglesias locales en todo el mundo. Actualmente, la denominación es considerada como la Iglesia Cristiana Evangélica Pentecostal más grande en el mundo, así como la que más rápido crecimiento está experimentando cada año. Un factor importante que ha contribuido al éxito de nuestra misión es el compromiso de larga data de fundar iglesias autóctonas, y capacitar a líderes locales doquiera los misioneros sirvan. Aunque algunos puedan cuestionar si la filosofía de la iglesia autóctona sigue siendo adecuada para nuestro contexto contemporáneo misional, este método sigue siendo muy eficaz al buscar cumplir con la tarea inconclusa de alcanzar a los perdidos.
La filosofía autóctona
El concepto de la iglesia autóctona surgió en el siglo XIX, durante un período de expansión misionera occidental, al cual se hace referencia a menudo como el gran siglo de las misiones.
Como producto de ese tiempo, numerosas sociedades misioneras fueron abiertamente paternalistas en una época de dominación colonial, sosteniendo la opinión predominante de que los nacionales debieran ser civilizados primeramente. Los misioneros esperaban que los creyentes nacionales se ajustaran a la forma occidental de la cristiandad. El surgimiento de enclaves misioneros separó inadvertidamente a los misioneros y a los nuevos convertidos de sus respectivas comunidades. Además, los misioneros comenzaron a apoyar financieramente a los ministerios locales, incluyendo el sustento de los ministros nacionales. Términos como "cristianos de arroz " describió a quienes se convertían únicamente por los beneficios que recibían. Estas circunstancias desarrollaron un sistema malsano de dependencia entre los misioneros y los convertidos nacionales, y surgieron graves problemas asociados con la confianza básica y la dignidad humana.
Del pueblo y por el pueblo
Para responder al dilema creado por el sistema de dependencia, Henry Venn y Rufus Anderson, dos experimentados misioneros, iniciaron el moderno concepto de la iglesia autóctona. En opinión de ellos, el objetivo ideal de las misiones protestantes debía ser la fundación de iglesias en los campos extranjeros mediante la predicación del evangelio, la preparación de líderes locales y el desarrollo de iglesias autóctonas. Ellos sentaron las bases de la ahora famosa fórmula para describir una iglesia autóctona: autónoma, que se sostiene a sí misma y se propaga a sí misma. El modelo Venn-Anderson de misiones ofreció un cambio radical de lo que había sido el antiguo paradigma.
Más tarde, John Nevius, un misionero norteamericano a China y Corea del sur, desarrolló una estrategia similar de métodos autóctonos, que se conoce como el “Plan Nevius", que recalcó la fórmula de tres áreas de autonomía, así como un énfasis en la preparación de los laicos.
Los misioneros en Corea aplicaron animosamente esta estrategia. Sus esfuerzos para fundar y desarrollar iglesias autóctonas viables, muy pronto dieron pruebas de éxito, lo que no pasó desapercibido para el mundo protestante.
Una Eclesiología Centrada En El Espíritu
Roland Allen, un misionero anglicano a China y África Oriental, ejerció indirectamente una enorme influencia sobre el futuro de la práctica de misiones de Las Asambleas de Dios. Su concepto de la iglesia autóctona, como se describe en su libro Missionary Methods: St. Paul’s or Ours? (Métodos misioneros: ¿Los de San Pablo o los nuestros?) (1921), ofreció un elemento revolucionario en la filosofía de la iglesia autóctona. Proveyendo un marco bíblico, Allen hizo hincapié en la necesidad de una eclesiología centrada en el Espíritu.
La exposición misiológica de Allen del libro de Hechos, atrajo el interés de muchos pentecostales, incluyendo a Alice Luce. Una ex anglicana, Luce recibió el bautismo en el Espíritu Santo y más tarde se unió a Las Asambleas de Dios. En 1921, ella escribió tres influyentes artículos en la revista Evangelio Pentecostal, abogando por el establecimiento de iglesias autóctonas según el patrón del Nuevo Testamento.
El enfoque de Luce fue más allá del concepto de Allen de la iglesia autóctona, puesto que insistió en la necesidad del bautismo en el Espíritu como el medio para investir de poder a los creyentes para el testimonio. Ella propuso que el Espíritu ofrece el vínculo para relaciones significativas al fundar iglesias autóctonas y fomentar una asociación sostenible.
Tres décadas más tarde, el misionero pionero y experimentado en misiones, Melvin Hodges, proporcionó la descripción más clara de la práctica de la iglesia autóctona, y la fórmula de tres autonomías para Las Asambleas de Dios. En su bien conocido libro, La iglesia autóctona (1953), Hodges sostuvo que los convertidos nacionales, investidos por el espíritu, podrían continuar el trabajo de la iglesia de la misma manera que los estadounidenses o los europeos: "No hay lugar en la tierra donde, si se planta apropiadamente la semilla del evangelio, no vaya a producir una iglesia autóctona. El Espíritu Santo puede obrar de la misma manera en un país como en otro".
Así, pronto en su historia, la estrategia de misiones de Las Asambleas de Dios respaldó los principios de la fórmula de las tres autonomías, entendiéndolas como sigue:
"Auto gobierno: En una iglesia autónoma, los creyentes nacionales, fortalecidos por el Espíritu Santo, proveen liderazgo para la iglesia, en lugar de confiar en las agencias externas para la toma de decisiones.
"Sostenimiento propio: Una iglesia nacional que se sostiene a sí misma no depende de financiamiento externo para llevar a cabo su labor, sino más bien anima a su gente a dar, en devoción a Cristo y a la obra del ministerio.
"Auto propagación: Una iglesia nacional se propaga a sí misma, y evangeliza eficazmente por sus propios esfuerzos dentro de la región circundante, y más allá. Una iglesia que se propaga a sí misma debería, por naturaleza, estar misionando por sí misma. No puede haber ninguna indicación mayor de la naturaleza autóctona, que cuando una iglesia nacional establece una estructura en que envía y moviliza a los obreros para llegar más allá de su propio pueblo".
Muchos misioneros se han dado cuenta de que no es suficiente el caracterizar a una iglesia como autóctona sólo porque es autónoma, se sostiene a sí misma y se propaga a sí misma. A medida que una iglesia nacional crece y madura, también debe aprender a aplicar adecuadamente la Palabra de Dios a las vidas de sus miembros, a la luz de los temas, situaciones y experiencias únicos de la gente local, según el Espíritu Santo ilumine e impulse a una comunidad de fe. Por lo tanto, la capacidad de teologizar por sí misma, representa un cuarto elemento clave del carácter autóctono.
Fundando la Iglesia Autóctona
La presencia y la obra de la iglesia representan una característica importante del propósito redentor de Dios en el mundo. Aprendemos del ministerio de Jesús que la conversión personal y la comunión con Dios son de importancia fundamental. Sin embargo, Jesús también declaró: "Edificaré mi iglesia" (Mateo 16:18).
Aunque Dios llama a personas, ellas deben convertirse en parte de la misión y la vida de la iglesia. Según Mateo 28: 18–20, la estrategia de misiones de Cristo se centra en su iglesia. Sus seguidores deben establecer comunidades de discípulos en medio de cada grupo de personas. Al abarcar comunidades de creyentes, la iglesia funciona como el agente fundamental para la evangelización mundial.
Invistiendo de Poder a la Iglesia Autóctona
Una razón del éxito de las misiones de Las Asambleas de Dios en los últimos 100 años es nuestra creencia de que el Espíritu Santo es el gran ecualizador. Todas las personas que confían en Cristo pueden recibir investidura de poder del Espíritu Santo como parte del testimonio de la iglesia, sin que importe el origen étnico, cultura, historia, idioma, género o posición económica (Joel 2:28, 29; Hechos 2:17 – 21).
En Hechos 2:39, Pedro dice: "Para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare".
El derramamiento del Espíritu sobre todas las personas hace hincapié en el principio de Dios de inclusión. El terreno está nivelado al pie de la cruz. Creemos que el Espíritu dirige e inviste de poder a los creyentes nacionales en todas partes, para llevar a cabo la obra del ministerio en su propia localidad y más allá. Si los creyentes nacionales en todas partes pueden recibir el Espíritu, pueden también llevar eficazmente el testimonio del evangelio del Reino a todas partes.
Formación de líderes autóctonos
Una iglesia autóctona local no emerge en un vacío. El patrón del Nuevo Testamento valida la fundación de iglesias a través de la formación de líderes locales que se reproducirán fielmente.
En la obra misionera de Pablo, él afirmó a los creyentes en su fe, preparó discípulos y nombró a creyentes locales como ancianos en las iglesias (Hechos 14:22, 23). El patrón del Nuevo Testamento es evidente en las instrucciones de Pablo a Timoteo y Tito de designar ancianos en cada pueblo donde habían sido fundadas iglesias (1 Timoteo 3:1–13; 4:11–14; Tito 1:5).
Las palabras de Pablo a Timoteo destacan la necesidad de tutoría para el liderazgo local al establecer la iglesia: "Lo que has oído de mí... encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros" (2 Timoteo 2:2).
Este pasaje sugiere que las iglesias autóctonas echan raíces en su propia cultura, a medida que el Espíritu llama a los creyentes locales a posiciones de liderazgo. A su vez, los líderes locales preparan y equipan a los nuevos convertidos en la obra del ministerio, lo que hace posible otra generación de iglesias reproducibles.
Fundar y sostener iglesias autóctonas viables, corresponde directamente a la formación y equipamiento de los líderes nacionales para el ministerio pentecostal. Investidos de poder por la obra eficaz del Espíritu en sus vidas e iglesias, los líderes se elevan a su pleno potencial en la supervisión administrativa, el evangelismo, la fundación de iglesias, y la responsabilidad financiera.
Asociación y principios autóctonos
El trabajo pionero de fundar iglesias autóctonas debe transformarse en asociación cuando nuevas comunidades de fe echan raíces, y empiezan a consolidarse como una iglesia nacional.
La asociación estratégica entre una iglesia nacional y un equipo misionero en el campo genera, sin duda, desafíos únicos. Pero cuando instituciones occidentales y ministerios de apoyo (así como equipos de misión a corto plazo), entran también en ese trabajo en conjunto, la dinámica relacional requiere mayor atención y consideración.
Alianza estratégica
La historia ofrece muchas lecciones sobre instituciones occidentales y ministerios de apoyo cuyos esfuerzos resultaron solamente en satisfacer necesidades a corto plazo, a expensas de la meta a largo plazo de fundar y desarrollar iglesias autóctonas viables. Estos ministerios incluyen escuelas, orfanatos, clínicas médicas, proyectos de construcción y campos deportivos. Motivos nobles estimulan a menudo a instituciones y ministerios de apoyo. Aun así, sus propósitos podrían no alinearse con la misión de la iglesia nacional.
Por lo general, las instituciones y ministerios de apoyo no están diseñados para (ni se orientaron hacia) la tarea esencial de fundar iglesias reproducibles. Esto no significa que estos ministerios no pueden contribuir positivamente o agregar valor a nuestra misión como iglesia que envía. Sin embargo, sí subraya la necesidad crítica de una asociación estratégica.
Sólo una alianza estratégica de largo alcance puede garantizar que los recursos, el personal y la actividad que una institución occidental o ministerio de apoyo ofrecen, no interrumpan ni vayan en detrimento de los esfuerzos de un equipo misionero y los creyentes locales, para impulsar una obra autóctona.
Alineación estratégica
Las instituciones occidentales y los ministerios de apoyo deberían trabajar en armonía con la visión de las iglesias nacionales, valorando el papel de las iglesias locales. El conectarse a la visión y al ministerio de la iglesia local produce un ministerio más eficaz en el terreno.
La iglesia nacional y el equipo misionero debieran evaluar cuidadosamente las actividades de los ministerios de apoyo, para proteger objetivos a largo plazo. Los ministerios occidentales a menudo suelen aportar grandes cantidades de recursos a la iglesia nacional, de modo que aún si una institución occidental tiene una buena relación con el equipo misionero y con la iglesia nacional, a menudo puede resultar en que la "cola mueva al perro".
Esta misma lección se aplica a equipos de misión a corto plazo. Estos obreros debieran apoyar los objetivos de largo alcance del equipo misionero y de la iglesia nacional, apoyando la obra de la iglesia nacional autóctona. Por esta razón, los equipos de misión de corto plazo buscan trabajar con misioneros que apoyan estratégicamente la fundación y fortalecimiento de iglesias autóctonas, ya sea en una fase pionera o de asociación.
Los principios autóctonos y la iglesia local de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos
Un ministerio de apoyo al África, de Misiones Mundiales de las Asambleas de Dios, celebró recientemente un foro de sensibilización en la costa oeste para la formación de líderes autóctonos. En un momento dado, un pastor estadounidense local levantó su objeción a que las iglesias de Estados Unidos proporcionaran apoyo financiero a los misioneros. Dijo que sería más lógico utilizar esos fondos para apoyar a los obreros nacionales para llevar a cabo la obra del ministerio. Sostenía que Misiones Mundiales podría pagar a 100 nacionales por el costo de tener allí una unidad misionera estadounidense.
En ese momento, uno de los líderes ejecutivos de la iglesia de una nación africana se puso de pie y rogó a los asistentes a no prestar atención a la sugerencia de ese pastor.
"Por favor no quiten la oportunidad a mis hermanos de creer que Dios proveerá económicamente para nuestro ministerio, al convertirse ustedes en su proveedor", dijo él.
En la actualidad, representando uno de los países más pobres del mundo, esta iglesia africana cuenta ahora con más de 1 millón de miembros, y envía decenas de misioneros transculturales a las naciones circundantes.
La perspectiva de este estadista africano no excluía la alianza estratégica entre su iglesia y un equipo misionero de Las Asambleas de Dios. A lo largo de los años, los misioneros habían proporcionado ayuda con personal, finanzas y equipos, como un signo de respeto y amor mutuo. De hecho, las AD de los Estados Unidos disfruta ahora de una relación centenaria con este país en particular, y la alianza se ha convertido en un modelo de una iglesia bíblica autóctona que sigue gozando de gran amistad con nuestra fraternidad de Estados Unidos.
En el clima actual de las misiones mundiales, la mayoría de los pastores de Estados Unidos insisten en invertir estratégicamente sus miembros y finanzas, en las prioridades de la misión que resultarán en el avance del Reino. Al momento de invertir en personal y finanzas en las misiones, las iglesias de Estados Unidos deberían ayudar a misioneros y ministerios institucionales que apoyan estratégicamente la siembra de replicar fraternidades autóctonas.
Por ejemplo, si un ministerio misionero o de apoyo funciona independientemente de la visión del equipo de la misión y la iglesia nacional, hay motivo de preocupación respecto a cuestiones estratégicas de coordinación y rendición de cuentas. Del mismo modo, al apoyar un ministerio dirigido por un misionero, en un área con una iglesia nacional viable, una iglesia de Estados Unidos que presta apoyo, debiera investigar si la iglesia nacional y el equipo misionero considera tal ministerio como estratégico.
Nuestro llamado colectivo tiene el mayor impacto cuando los misioneros, iglesias nacionales, ministerios de apoyo, e iglesias locales de las Asambleas de Dios de Estados Unidos, se coordinan a través de metas y valores compartidos. Al final, somos una iglesia financieramente bendecida, que envía misioneros para fundar iglesias. Estas, a su vez, fundarán más iglesias para alcanzar a las personas y comunidades con el poder transformador del evangelio.
Compromiso de continuar con la mayor obra de evangelismo
Hoy, casi 4 mil millones de personas no han recibido aún un adecuado testimonio del evangelio, y más de 6500 grupos de personas no tienen ningún testigo entre ellos. Estas personas espiritualmente perdidas no tienen una comunidad de fe vibrante y sostenida. Mientras este siglo avanza, debemos mantener nuestro compromiso con el "evangelismo más grande que el mundo jamás haya visto", al fundar iglesias locales y preparar líderes locales, guiados continuamente por los principios de iglesia autóctona.
El centésimo aniversario de éste movimiento proporciona una oportunidad maravillosa para que se renueve el llamamiento colectivo a evangelizar a las "regiones de más allá", y fortalecer y movilizar a las iglesias nacionales alrededor del mundo en sus esfuerzos por hacer lo mismo.
Para seguir comprometidos con la prioridad de la evangelización mundial, nuestra misión debe continuar valorando la fundación de iglesias autóctonas, y la formación de liderazgo local. Si hemos aprendido algo de 2000 años de misiones cristianas, incluyendo nuestra propia historia de 100 años, no hay sustituto para misioneros de largo plazo, "con sus pies en el terreno", que trabajan —sin importar las dificultades— para fundar y cultivar iglesias autóctonas, que reflejan la singularidad de la cultura y del contexto local.
Mientras Las Asambleas de Dios ha celebrado 100 años de ministerio como un movimiento pentecostal, entramos en una nueva era de servicio mundial de las misiones. Este período se verá y sentirá muy diferente del mundo de 1914. Han ocurrido cambios dramáticos en este siglo pasado, y han surgido grandes desafíos para realizar la tarea inconclusa de evangelización mundial. No obstante, podemos aprender lecciones valiosas extrayendo del cúmulo de conocimientos misiológicos acumulados durante nuestra historia.
Las Asambleas de Dios continúa valorando el enfoque de fundar iglesias autóctonas, y nuestro éxito futuro será predicado en parte por nuestro compromiso continuo de fundar nuevas iglesias autóctonas, formar líderes locales y valorar las asociaciones históricas.

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